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Su rostro debe estar completamente limpio antes de continuar con otros tratamientos.

Lo ideal es limpiar la piel dos veces al día: por la mañana (para eliminar el exceso de suciedad producida durante el sueño) y por la noche (para eliminar impurezas y restos de maquillaje).

Si usa maquillaje, retírelo con un limpiador sin sulfatos ni detergentes, para evitar la piel seca.

Si no utilizas maquillaje, no olvides limpiarte la cara de todos modos. La contaminación diaria puede dejar impurezas en tu piel que puedes eliminar con agua micelar.

Cuando acondicionas tu piel, la preparas para absorber más eficientemente el resto de los productos del tratamiento. Un buen tónico hidrata y reequilibra el pH de la piel, estimula sus mecanismos de defensa y cierra los poros. Su consistencia líquida también ayuda a que penetre rápidamente.

El suero facial es una fórmula de ingredientes activos altamente concentrados que penetra hasta las capas más profundas de la piel. Sérums con diferentes acciones: reparadora, iluminadora, hidratante, tratante de arrugas…

La hidratación del rostro es un paso imprescindible en cualquier rutina de cuidado de la piel. Necesitamos humedad para la elasticidad y la función de barrera (evitando que la piel se deshidrate y se seque). Lo mejor es elegir una crema hidratante que contenga aceites vegetales, ricos en vitamina E y ácidos grasos, como el aceite de germen de trigo o el aceite de rosa mosqueta.

Fuente: https://labeauorganic.com/blogs/blog/como-hacer-tu-rutina-facial-los-4-pasos-esenciales-para-una-piel-sana